miércoles, 27 de junio de 2012

Revisionismo

Todo pasa tan rápido que no te das cuenta, mirando el Blog vienen miles de sensanciones, de recuerdos, de sensanciones 'olvidadas', de escosor, de esperanzas, esperanzas perdidas y recuperadas. 
Aquí mueren muchas cosas, el espacio donde uno escribe lo que tiene ganas.

No es que me esfuerce por escribir y termine escribiendo nada, las sensaciones me abruman al punto que no puedo, hay veces en los que no tengo la computadora y NECESITO imperiosamente escribir pero acá, no en otro lado, y no puedo.

Quisiera poder volcar esa sensación de apego-desapego, amor-desamor, ilusión-desilución, encuentro-desencuentro, ambivalencia, odio, rencor, afecto, decepción, emoción y alegría pero sólo suena Obsesionario en La Mayor.

domingo, 3 de junio de 2012

Volver a escribir


Es raro, uno escribe pero como que antes de escribir y publicar, piensa mucho quién lo va leer, cómo lo va a recibir, cómo puede hacer que impacte de cierta forma.. 
Eso me da miedo, miedo porque a veces uno lo hace y si no lo hace tan seguido, tiene ganas de hacerlo.
Entonces, ¿qué onda? ¿Por qué hay que filtrar tanto? ¿Tan difícil es comunicarse? Quizás no tenga que ver con la comunicación, sino con factores externos o ajenos a los receptores-emisores. 
Esto me lleva a pensar: lo cómodo que es sentirse deseado, insatisfechamente uno está condicionado a lo que otro necesite de uno, tal vez no deseado, cambiémosle a sentir que lo necesitan. Ego. Aprobación. 
¿Y para qué? ¿Por qué? Porqué uno tiene que sentir que lo necesitan para sentirse importante, no para serlo, claramente, porque sentirse importante no es serlo. Para nada. Nos engañamos, nos encanta engañarnos y creernos nuestras mentiras, o las mentiras de otros.
¿Cuál es nuestro problema? ¿De quién fue que aprendimos tan mal? O justamente porque no hay de quién aprender es porque somos tan básicos. A mí me gustaría saber.
También podría decirse que los errores, -todos aquellos que marqué-, son para ser aprendidos e integrados a nuestro itinerario de conocimiento vivencial-empírico que no debemos de olvidar porque estaremos fritos.
Pero las sitauciones son distintas, -podría decir alguien- las personas, los contextos, los dichos, las accciones.. 
En ese momento uno tiene que optar: ser débil o ser decisivo


Ahora, pase lo que pase, deberás hacerte cargo. Nadie más podrá hacerlo si no lo hacés vos.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Celos

Conceptuando este tema y discutiéndolo conmigo mismo, pensé en hacer esta entrada para dejar asentado ciertas cosas que me surgen al pensar en eso, los Celos.

Si bien, hay muchísimo hablado sobre este tema, que 'celando se demuestra afecto o que la otra persona interesa', y claramente, no habla más de que una inseguridad en sí mismo, ¿por qué celar si tenés confianza? 'Porque lo/a quiero', 'si no me importara no lo/a querría'
Pero, ¿es realmente así? ¿Celar = Afecto? 

¿Y si estás conociendo a la persona? ¿Cuáles son las garantías? Ver su interior, pongámosle.. pero su interior es difícil de vislumbrar, además, no hay garantías.. y sí, estoy inseguro justamente por eso, porque no lo/a conozco tanto. 

¿Y cómo se lucha contra eso? Porque sí, analíticamente es inseguridad de si a uno lo quieren pero ¿nos queremos lo suficiente para no necesitar? porque si cela, se está NECESITANDO de que la otra persona lo quiera/lo apruebe.. y eso, señores, es Ego.. y si bien, todos tenemos Ego, los celos son un cóctel, rol de inseguridad, falta de amor propio, posesión por la persona a quien se cela -quererla sólo para nosotros- 
Y ahí hay otro rol, y se vuelve una bola de nieve, y se 'manipula sutilmente' cargando culpas, de a poco, 'no me prestás atención', 'no me das bola' -diríamos en argentina-, 'miras a otro/as', 'ya no eres el mismo', bueno, el reproche constante y etcétera.. 

La ilsuió nde perder lo que uno 'posee' provoca los celos,

Cito un comentario sobre los celos extraído de una Psicointegración: Los celos son un cóctel, combinado o mezcla -como se quiera llamar de acuerdo a cada país- de amor mal entendido, temor, inseguridad, falta de autoestima, etc. De ahí el barman hace un tremendo cóctel y lo sirve. Entonces, la persona lo toma y siente inseguridades, miedos, temores, pánico ante el fracaso, baja estima, “no lo puedo lograr”, etc. Puede afectar tanto a la mujer como al varón de distintas maneras. Al varón, le puede afectar enormemente incluso en su parte sexual. El varón por un mandato de sociedad -no creo que sea por un mandato genético- es competitivo consigo mismo. Principalmente los jovencitos son competitivos en la cantidad de orgasmos que pueden llegar a tener con una mujer en una noche. O sea, hablando del varón muy joven es como que no le interesa si tienen un buen sexo o un mal sexo, si logran conformar a la mujer con caricias o con abrazos, si la mujer también tiene una relación satisfactoria; sino que les interesa más el número de orgasmos que pueda lograr.

Creo que aquí hay algo interesante, la competencia con uno mismo, ya sea por mandato de 'sociedad', más allá de lo sexual en lo que se hace un poco hincapié en el comentario, quiero poner la atención en la competencia con uno mismo o con los demás.. 



En fin, me cansé

Después sigo

sábado, 13 de agosto de 2011

Analogía del Espíritu

Imaginemos un actor, que a lo largo de su carrera va interpretando distintos personajes en películas diversas. “Actuará” en comedias, tragedias, policiales… Irá aprendiendo en cada film algo más, para intentar ser cada vez un mejor actor.
No importa cómo haya sido el final de la película, ni si interpretó un personaje relevante o no; si actuó en muchas o pocas “escenas”; si después fue reconocido o no… una vez que la película finalizó, queda esperando una próxima, en la que tendrá una nueva oportunidad.
En ese devenir, desempeñará distintos personajes, distintas interpretaciones, y de cómo las lleve a cabo dependerá lo que sigue; quizás, mejores oportunidades, más responsabilidad.
Cada película marca un final, pero el actor sigue siendo actor; y hasta puede no trabajar durante un tiempo, pero eso no quita que se siga capacitando, aprendiendo de otros, viendo en qué película sería bueno trabajar para aprender algo que seguramente le falte como actor; él tiene la libertad de elegir en cada paso de su carrera.
El actor recuerda todas las películas en las que ha interpretado algún personaje, pero a la hora de una
nueva película, se aboca a ésta completamente; y si está atento a lo que como actor sabe, podrá captar toda esa experiencia en el momento preciso y aplicarla durante la nueva película, para beneficio propio y de los demás.
Supongamos que, a través de las distintas películas, pudo llegar a tener un alto grado de reconocimiento.
Esto no le asegura que de ahí en más siempre será así; deberá revalidar en cada nueva oportunidad, en cada nueva película, su nivel de actor. Claro que a mayor experiencia como actor, habrá menos posibilidad de equivocarse y los personajes serán interpretados con claridad y precisión.
Toda película tiene una función, que llegará a influenciar positivamente a más o menos personas; esta influencia depende de muchos factores: entre otros, debe ser buena, bien llevada a cabo; debe transmitir pautas claras y tratar de despertar el interés de los demás sobre lo que es importante; como vemos, tarea nada
fácil. Muchos actores, en diversas películas, han dejado hermosos mensajes, muchas veces mal interpretados por quienes los han recibido, a veces ni siquiera escuchados y sin que se les diera la trascendencia que merecidamente deberían haber tenido.
Así son las películas: uno a priori no sabe qué va a pasar con ellas; pero como actor que se es, siempre se debe poner lo mejor para que el personaje interpretado cumpla su misión.


Este relato es claro, cualquiera puede entenderlo; y como considero que a través de ejemplos mundanos podemos explicar muchas cosas, estimo que este relato puede graficarnos el espíritu y su andar, si tan solo reemplazamos –en esta analogía- algunas palabras:

ACTOR = ESPÍRITU

PERSONAJE = ROL
PELÍCULA = VIDA
CARRERA = ETERNIDAD
TRABAJAR = ENCARNAR


Lo releemos, entonces, con estos cambios.
Imaginemos un espíritu que, a lo largo de su eternidad, va interpretando distintos roles en vidas diversas.
“Actuará” en comedias, tragedias, policiales… Irá aprendiendo en cada vida algo más, para intentar ser cada vez un mejor espíritu.
No importa cómo haya sido el final de la vida, ni si interpretó un rol relevante o no; si actuó en muchas o pocas “escenas”; si después fue reconocido o no… una vez que la vida finalizó, queda esperando una próxima, en la que tendrá una nueva oportunidad.
En ese devenir, desempeñará distintos roles, distintas interpretaciones, y de cómo las lleve a cabo dependerá lo que sigue; quizás, mejores oportunidades, más responsabilidad.
Cada vida marca un final, pero el espíritu sigue siendo espíritu; y hasta puede no encarnar durante un tiempo, pero eso no quita que se siga capacitando, aprendiendo de otros, viendo en qué vida sería bueno encarnar para aprender algo que seguramente le falte como espíritu, él tiene la libertad de elegir en cada
paso de su eternidad.
El espíritu recuerda todas las vidas en las que ha interpretado algún rol, pero a la hora de una nueva vida, se aboca a ésta completamente; y si está atento a lo que como espíritu sabe, podrá captar toda esa experiencia en el momento preciso y aplicarla durante la nueva vida, para beneficio propio y de los demás.
Supongamos que, a través de las distintas vidas, pudo llegar a tener un alto grado de reconocimiento. Esto no le asegura que de ahí en más siempre será así; deberá revalidar en cada nueva oportunidad, en cada nueva
vida, su nivel de espíritu. Claro que a mayor experiencia como espíritu, habrá menos posibilidad de equivocarse y los roles serán interpretados con claridad y precisión.
Toda vida tiene una función, que llegará a influenciar positivamente a más o menos personas; esta influencia depende de muchos factores: entre otros, debe ser buena, bien llevada a cabo; debe transmitir pautas claras y tratar de despertar el interés de los demás sobre lo que es importante; como vemos, tarea nada
fácil. Muchos espíritus, en diversas vidas, han dejado hermosos mensajes, muchas veces mal interpretados por quienes los han recibido, a veces ni siquiera escuchados y sin que se les diera la trascendencia qumerecidamente deberían haber tenido.
Así son las vidas: uno a priori no sabe qué va a pasar con ellas; pero como espíritu que se es, siempre se debe poner lo mejor para que el rol interpretado cumpla su misión.






jueves, 21 de julio de 2011

Bitácora de Viaje:

No es que haya sido malo, pero, no sé.. me deja la certeza de que siempre hay que tratar de estar alerta.. uno no puede creer que lo ha controlado hasta que vuelve a aflorar.. En fin, codificando mejor se solucionará todo (?)

miércoles, 1 de junio de 2011

Érase una vez, mi mismo. Cuéntame como se exploran las situaciones, dónde el aura se te vence entre los golpes del medio, cómo conservar tus plumas si la cadena alimenticia nos obliga a ser parte de un juego, en el que si no quieres comer, estás perdido.. Se trata de un Karma de morder y que te muerdan, se trata de desmayar a la incoherencia para que salve un pellejo, al que suelo llamar: 'anzuelo de ironía'. Ven conmigo a manifestarte ante la existencia y plantear nuevas realidades que permitan liberar con mas fluidez la esencia mísma. Ven que, si lo entiendes solo te alimentarás de risas y alegrías. Ven a pasear por la transparencia, siendo testigos de un efecto inexplicable, intangible, irreal para lo que consideramos... ¿Considerar? Te propongo un lugar desconsiderado. Tan hermoso que me atrevería a llamarlo una mentira, para protegerlo de la tentación instintiva del carnívoro. 







jueves, 28 de abril de 2011

La luna, a retazos y en liquidación


Acaba de llegarme el título de propiedad de un terrenito que me compré en la Luna. Me costó 20 dólares —gastos de envío aparte— y lo pagué con tarjeta. Además del certificado con mi nombre grandote, me vino por correo una foto satelital de mi parcela. No sé si ustedes estarán viendo la Luna, pero si la tienen a mano dibujen en ella una cara imaginaria. Mi terrenito estaría sobre el ojo derecho. La región se llama Lago de los Sueños (Lacus Somniorum en latín) y está casi saliendo del Mar de la Serenidad, como quien va al Cráter Posidonius.

Mi certificado de propiedad. Mi terrenito en la Luna queda a 36º latitud norte, y 32,6º latitud este. Y la parcela es la nº 1554.

El acre que me compré no es gran cosa, también es verdad: haciendo cuentas descubrí que son apenas cuatro mil metros cuadrados. De todas maneras, el hombre que me vendió el terrenito dice que esta zona se está convirtiendo en una de las más deseadas, y me advirtió que me apurase porque se las estaban sacando de las manos. ¿Cómo no iba a hacerle caso a este señor, si es un visionario de la modernidad.
El dueño de la Luna se llama Dennis Hope, pero no siempre fue tan moderno ni tan visionario. De hecho, en su niñez y juventud él miraba la luna como la vemos nosotros: con cara de pavo y pensando en otra cosa. En los años setenta este buen hombre, algo gordito y con gesto entre pánfilo y boludón, trabajaba de ventrílocuo. Iba pueblo por pueblo, junto a un teatro de variedades que funcionaba en el sur de Estados Unidos. A Dennis las cosas no le iban muy bien porque, al parecer, movía demasiado los labios. Pero insistía.
Según dicen, Dennis seguía en el pobre teatro rodante porque estaba enamorado de la hija del dueño. Una chica que se llamaba Alice y que hacía equilibrio o malabares, según la necesidad. Pero la chica era menor, y entonces él la deseaba en silencio, y esperaba a que cumpliera dieciocho para declararse. En medio de la espera, se casó con una bailarina mexicana, pero el matrimonio funcionó muy mal.
A finales de 1980 la vida de Dennis dio un giro inesperado. Todo, absolutamente todo, salió al revés de lo esperado. Un día se divorció de su mujer para irse con la chica que amaba, al día siguiente la chica se mató en un doble salto mortal sin red, al tercer día el dueño del teatro entró en depresión y cerró el espectáculo, y al cuarto día él se quedó sin trabajo, en el medio de una carretera comarcal de California, con un auto viejo, un muñeco de madera y dos mudas de ropa. Sin nada. Mirando la luna como un estúpido. Como la miramos nosotros cuando llegamos al fondo del pozo y ya no sabemos qué hacer con nuestras vidas.
Entonces, esa noche trágica del 22 de noviembre de 1980, Dennis Hope tuvo una extraña revelación:
—Ahí se pueden construir un montón de casas —se dijo, mirando la palidez del satélite panzón.

Hasta ese momento, absolutamente a ningún ser humano se le había ocurrido patentar la Luna para hacerla urbanizable. Y allí reside la grandeza de Dennis. O su locura, que es lo mismo.
Dos días más tarde, un ventrílocuo mediocre que no tenía nada que perder, porque ya lo había perdido todo, entró sin golpear a una de las Oficinas de Registro de San Francisco y le dijo al tipo que estaba del otro lado del mostrador:
—Buenas… Vengo a reclamar la posesión de la Luna, de los ocho planetas vecinos a la Tierra y de todos sus satélites. ¿Qué formulario hay que rellenar.

Estuvo unas cuantas horas discutiendo con los administrativos, que le aseguraban que tal cosa era imposible. Y en parte tenían razón: existía (y aún existe) un Tratado del Espacio Exterior, firmado en 1967 por la ONU, donde se acordó que ningún país podría reclamar la soberanía de los cuerpos celestes. Dennis Hope, testarudo como ventrílocuo malo, no se rindió y volvió a la tardecita con un abogado de mala muerte, compañero suyo de la primaria. El abogado tuvo su gran momento de lucidez frente a los funcionarios:
—El Tratado dice que ningún país puede, pero no habla ni de empresas ni mucho menos de particulares.

Los de la Oficina de Registros, más cansados que vencidos, y ya con ganas de poner el cartelito de “closed” e irse a sus casas, le dieron a Dennis unas planillas azules, éste registró allí minuciosamente sus propiedades, aquéllos sellaron todo con cara de aburrimiento, le dieron una copia, archivaron los originales y santas pascuas.
Una semana más tarde Dennis Hope metió tres cartas idénticas en el buzón que estaba en la esquina de la casa de su madre: una carta a la ONU, otra al Gobierno de los Estados Unidos, y la tercera a la todavía viva y coleante Unión Soviética. Allí le informaba a la santísima trinidad del espacio sobre sus flamantes derechos y les anunciaba (no les pedía permiso, sólo los ponía en conocimiento) que en el futuro se dedicaría a vender por partes sus territorios.
Nadie le contestó, por supuesto. Y así pasó ese año, y después otro, y después cayó el Muro de Berlín, y más tarde llegó Internet y el siglo veintiuno.
Ventiséis años después de aquella noche de revelaciones, Dennis Hope lleva vendidas más de dos millones y medio de parcelas de la Luna (los planetas todavía se resisten un poco; la gente no quiere terrenos tan lejos de casa). El ex ventrílocuo tiene una página web, LunarEmbassy.com, donde cualquiera puede comprar una propiedad en el espacio, como hice yo mismo la semana pasada. Y también tiene, cómo no, un montón de detractores y de gente que confunde las cosas; a él lo confunden con un estafador, y a nosotros, los compradores, nos confunden con unos imbéciles.
Mis amigos, sin ir más lejos, están convencidos de que este señor me engañó como a un chico al que le roban los caramelos en el recreo. Que me vendió aire, dicen, que me engatusó, y que ahora el tal Dennis se ríe, con mi dinero en el bolsillo.
Nada más lejos. Acabo de comprar una historia de sobremesa, algo para lo que levantarme cuando sea viejo y mostrarle, con orgullo y un poco de autoridad, a mi futuro yerno. Los suegros tienden a levantarse de la mesa y traer cosas raras y únicas, para que los yernos deban ensayar gestos de falso interés. La vida es así, y yo no podré resistirme a esa práctica ritual, cuando sea suegro. Y hasta hoy no tenía nada para cuando llegue ese momento.
Ahora tengo una parcela en la Luna. Un bonito certificado en forma de pergamino. Un mapa satelital con las coordenadas de mi terrenito lunar. Ahora ya podré avergonzar a mi hija cuando se aparezca con un novio melenudo.
Yo creo que habría que tener un poco más de fe respecto a la modernidad y sus nuevas formas de negocio y de ocio. A mí, la verdad sea dicha, Dennis Hope me cae muy bien. Es la clase de tipo que me gusta: fracasado, mentiroso, paciente y de repente asombroso y genial. Me encanta que haya sido ventrílocuo y que ahora sea millonario. Me encanta que la prensa lo confunda con un estafador, y me encanta que la gente, a pesar de no creer una sola palabra de lo que dice, le compre la Luna.
Hay un error en todos los artículos de los diarios que hablan sobre este tema y sobre este hombre. En general, se da por sentado que los compradores son estúpidos, o gente crédula. “Pardillos”, dicen los diarios españoles. Y no es así.
El mundo ha cambiado mucho. Ya nadie adquiere buzones, ni el boleto ganador del gordo de navidad. Los nuevos compradores de fantasía somos concientes de que no hay nada, pero nada, más allá de ese papel falso con ribetes dorados. Compramos una historia. Y las historias ya no vienen solamente en el formato de un libro o de un ticket para la matiné. También vienen dispersas en las charlas y las conversaciones. También vienen colgadas en las paredes de las casas. Las historias son, a veces, lo que nosotros queremos que sean.
A mí no me importa la Luna. Pensándolo bien, la Luna está entre las cosas que menos me importan de la vida. Pero por suerte, veinte dólares también. Y entre poder decir en una sobremesa “tengo un pedacito de la Luna” y decir “tengo veinte dólares” yo sé muy bien lo que hay que hacer. Hay que comprar un libro, hay que comprar un disco, hay que comprar la Luna. Cosas pequeñas e inútiles que tengan la capacidad de convertirnos en chicos. No en chicos a los que les han robado el chocolate en el recreo, sino en chicos con el sabor del dulce en la boca.
Dennis Hope y yo hemos hecho un negocio imaginario. Yo le di veinte dólares, que es un papel que representa un pedacito de un lingote de oro que hay en la bóveda del Tesoro Norteamericano. Él me dio otro papel que representa un retazo al norte de la Luna.

Nadie ha visto nunca esos lingotes.

Yo a mi Luna la miro por la ventana, cuando se me antoja.

jueves, 31 de marzo de 2011

No se que hacer ni que decir
Prepara mi discurso de hoy
Que ya no quiero pensar

Elijo estar o no
Adentro mio
A veces salgo a pasear


Poseeme
Y habla por mi
Prefiero no intervenir
Poseeme
'Dio~s!

No se que hacer ni que decir
Prepara mi discurso de hoy
Que ya no quiero pensar

Causa algesia con sus comentarios
Prefiero no presenciar

Se acerca a hablarme
Y ya te puedes verter en mi envase corporal
Desaparecere cuando
se acerque a hablarme
Y ya te puedes verter en mi envase corporal

martes, 15 de febrero de 2011

El Ego y la inmensidad del paisaje.

Es extraño, ajeno y hasta da un poco de 'miedo' que viendo solamente un Lago, y la inmensidad del agua con su contraste montañoso podamos sentir, percibir, ver, y padecer el Ego, el nuestro y el de los demás. . cómo puede alguien sentirse más, menos? existiendo. . solamente existiendo su esencia y eso que vi yo. . y que muchas  personas deben ver y hacerse la misma pregunta (o eso pienso yo) ¿Por qué?  Hay una respuesta, o varias que vienen a mi mente. . pero aún así, comprendiéndolas. . una parte de mí no lo entiende y le da pena. . me da pena.
Veremos si hay más por descubrir. .

~

sábado, 5 de febrero de 2011

Sueños

Ok, recomiendo que cuando se vayan a dormir no acumulen líquidos porque pueden soñar cosas extrañas y desagradables como:
Trincarte con una rubia, alemana ella, que después de varios encuentros furtivos contigo desaparezca misteriosamente sin rastro ni huella y, lo más extraño, que no te interroguen nada, ni cuando fue la última vez quel viste, ni qué relación tenías con ella, casi podría decir que no están enterados o no les importa que vos hayas estado con ella.
[El Desenlace lo dejo a gusto del Soñador]
O como:
Que tu hermano, al cual detestás, te persiga con una suerte de Katana en motivos de molestarte, matarte, herirte, atravesarte y sólo consiguiendo molestarte porque (al menos yo) pude zafar de todas, incluso en el camino a esconderte, escaparte, enfretarte aparecen otras personas que desean tu desfalllecimiento pero sin éxito.

Entre otros sueños en los cuales creo que han intervenido entidades densas para molestarme -.-
En fin, NO ACUMULEN LÍQUIDOS (?)

Saludos.