martes, 14 de septiembre de 2010
Había una vez un rey que amaba mucho a su caballo pero éste enfermó. Entonces apesadumbrado anunció que el primero que le dijera que su caballo había muerto lo haría decapitar. Esto produjo gran consternación en sus súbditos cuando el caballo murió, porque nadie quería correr el riesgo de perder la cabeza. Y era un rey que cumplía sus promesas. Entonces un peón de la caballeriza real tuvo una idea genial y con ella acudió a su majestad a anunciarle que el caballo no comía, no respiraba, no se movía y también olía mal. Cuando el rey escuchó esto exclamó: ¡Pero entonces el caballo está muerto!
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